Bájate un libro

18 Feb: Recinto, XVI (fragmento)

¿Qué harás? ¿En qué momento

tus ojos pensarán en mis caricias?

¿Y frente a cuáles cosas, de repente,

dejarás, en silencio, una sonrisa?

Y si en la calle

hallas mi boca triste en otra gente,

¿la seguirás?

¿Qué harás si en los comercios –semejanzas–

algo de mi encuentras?

¿Qué harás?

11 Feb: Página en tu nombre

Tu nombre se puede morder como manzana.

Huele a mango de Manila y a naranja china.

Me deja la lengua morada al igual que el chagalapoli

y la escobilla.

Lo trituro y respiro yerbabuena.

Al separarlo estalla una granada.

Crece a la altura de la flor de caña, es la enredadera

que sube por la cerca o se extiende a ras de patio,

perseguidor de coralillos, sandías y verdolagas.

Si lo agito, escucho el agua que lo llena.

Si se lo doy al loco de la casa, volará a la punta

del cerro y lo hará flauta.

Para librarme de la oscuridad lo conservo en un frasco.

Con la luz que despide se ilumina esta página.

 

11 Feb: 9

Hablabas de cosas que no veían los demás

y éstos reíanse.

Boga con todo en el umbroso río

contra la corriente;

cursa los caminos incógnitos

a ciegas, obstinado

y busca palabras enraizadas

como el olivo de múltiples nudos—

y déjalos que rían.

Aspira a que también el otro mundo

en la hodierna sofocante soledad habite

en este presente dilapidado—

déjalos.

El rocío del alba y el viento del mar

existen sin que nadie lo demande.

10 Dic: IV

Afuera ladra un perro

 

a una sombra, a su eco

o a la luna

para hacer menos cruel la distancia.

 

Siempre es para huir que cerramos

una puerta,

es desierto la desnudez que no es promesa

 

la lejanía

de estar cerca sin tocarse

como bordes de la misma herida.

 

Adentro no cabe adentro,

 

no son mis ojos

los que pueden mirarme a los ojos,

son siempre los labios de otro

los que me anuncian mi nombre.

03 Dic: Once de diciembre

Te pienso en la cama,

tu lengua mitad chocolate, mitad océano,

en las casas adonde llegas,

en tu cabeza con pelo de alambre,

en tus manos persistentes y también

en las barreras que carcomíamos, pues somos dos.

Cómo entras y tomas mi copa de sangre

y me unes y te llevas mi salmuera.

Estamos desvestidos. Desnudos hasta los huesos

y nadamos uno tras otro y remontamos y remontamos

el río, el río idéntico llamado Mío

y entramos juntos. Nadie está solo.

03 Dic: Donde una vez

Donde una vez

los ríos de los días fluyeron

arrastrando luciérnagas,

ahora los resecos lechos acunan duendes burlones

que en la noche descuelgan las estrellas

dejadas por los amigos aldeanos.

Donde una vez

las tijeras de las mareas

rompían las rocas,

ahora las cadenas de las lluvias

amarran a todos los viajeros.

Donde una vez

los niños jubilosos gritaron

su descubrimiento del mar de los delfines,

ahora desiertos sin arcas

no atesoran ni la plata de un pez.

Donde una vez

las trompetas de los bosques amarillos

derribaron los muros de las nieblas,

ahora ni una mano podría hallar

el trébol de la buena suerte.

Ahora solos,

solitarios en el centro del espacio

los proscritos que aún no se conocen

velan al borde de las hogueras

esperando el estallido de las nuevas navidades.

03 Dic: Bajo el cielo nacido tras la lluvia

Bajo el cielo nacido tras la lluvia

escucho un leve deslizarse de remos en el agua,

mientras pienso que la felicidad

no es sino un leve deslizarse de remos en el agua.

0 quizás no sea sino la luz de un pequeño barco,

esa luz que aparece y desaparece

en el oscuro oleaje de los años

lentos como una cena tras los entierros.

0 la luz de una casa hallada tras la colina

cuando ya creíamos que no quedaba nada sino andar y andar.

0 el espacio del silencio

entre mi voz y la voz de alguien

revelándome el verdadero nombre de las cosas

con sólo nombrarlas: “álamos”, “tejados”.

La distancia entre el tintineo de la campanilla

en el cuello de la oveja al amanecer,

y el ruido de una puerta cerrándose tras la fiesta.

El espacio entre el grito del ave herida sobre el pantano,

y las alas plegadas de una mariposa en calma

sobre la cumbre de la loma barrida por el viento.

Eso fue la felicidad:

dibujar en la escarcha de los vidrios figuras sin sentido

sabiendo que nada durarían,

cortar una rama de pino

para escribir un instante nuestro nombre en la tierra húmeda,

atrapar una plumilla de cardo

para detener un momento la huida de toda una estación.

Así era la felicidad;

breve como el sueño del aromo derribado,

o el baile de la solterona loca frente al espejo roto.

Pero no importa que los días felices sean breves

como el viaje de la estrella desprendida del cielo.

Pues siempre podremos reunir sus recuerdos,

así como el niño castigado en el patio

encuentra guijarros con los cuales forma brillantes ejércitos.

Pues siempre podremos estar en un día que no es ayer ni mañana,

mirando el cielo nacido tras la lluvia,

y escuchando a lo lejos

un leve deslizarse de remos en el agua.

19 Nov: Manifiesto de las perras callejeras, 3

Nuestras ancestras tenían la tarea de acompañar a los muertos al Mictlán. Por eso rondamos los panteones, somos guías espirituales, lazarillas para los ciegos. Sin embargo, los amos no han sabido apreciar la trascendencia de nuestra labor. Sin nosotras, las almas vagarán sin rumbo y sin descanso en sus elegantes centros comerciales. Sin nosotras la tierra se llenará de fantasmas.

19 Nov: Perro estándar

Tengo un perro

que corre como coche,

arranca en segunda

y le falla la reversa.

 

Es un perro

al que le falta un faro

y mira a través de un espejo.

Su voz

es un grito de sirena.

 

Tengo un perro

que anda sin freno

por todo el barrio

pero cuando silbo

vuelve a mí

en automático.

12 Nov: Casa flor

El sol nace y la casa ya huele a cempasúchitl

y ocote.

Las piedras respiran despacio,

la casa despierta

y la leña habla en el fuego.

 

En esta casa no hay nubes,

hay flores azules, rojas y amarillas.

Hay mujeres que tejen palma,

hacen tortillas y rezan por sus tierras,

por sus hijos.

 

En esta casa hay grillos que lloran,

corazones que no duermen y esperan

un hijo, un amor, una palabra…

un nombre junto al fuego.

 

En esta casa hay flores,

flores de espera.

12 Nov: Semblanza de mi muerte

Que no muera

un día nublado y frío

de invierno

y me vaya tiritando

de frío y de miedo

ante lo desconocido,

ese mundo de sombra

sin rostro

que camina siempre

a mi lado,

o me aguarda

al doblar la esquina,

ese misterio insondable

que no logramos develar

y que angustia

y perturba la existencia.

Quiero irme

un día soleado

de una primavera reverdecida

llena de brotes y retoños

de pájaros y de flores,

a buscar

mi Jardín del Edén,

mi Paraíso Perdido

y gozar de los frutos

de la vid y de la higuera,

el perfume de los cerezos

y los naranjos en flor

y el calor del sol

que no se oculta nunca.