Sé que la luz existe pues entra por un hueco que hay en la lámina.
Estamos hechos de ausencia, más que de historias. También somos lo que no pensamos, donde no nacimos, donde no existimos. Yo soy las ciudades que no visité, las mujeres que no besé, los libros que no leí, los caminos que no transité, las decisiones que no tomé. No estar en el mundo es, irónicamente, una manera de plantearse ante él.
reconozco en el espejo la mirada
de esa niña que fui alguna vez
le hablo
trato de convencerla de que en unos años
se perforará y expandirá las orejas,
se mentirá que puede cambiar el mundo:
estudiará antropología,
se dará cuenta de que el mundo se quiere ir a la mierda:
estudiará literatura.
creerá las pendejadas de los poemas que lee
y un domingo, a las seis de la tarde,
comiendo una ensalada y un té para bajar diez kilos
en el café de la esquina,
reescribirá un poemario escuchando rock ochentero.
Tengo este mal hábito:
d
e
s
a
r
m
a
r
poemas
para encontrar
seres diminutos
que viven
entre los versos
y
comérmelos.
Mi cuerpo tirita, la fiebre no para, la hemorragia no cede. No sé qué me pasa, mi carne estropeada, trozada, desgarrada, purpúrea, muerta, ensangrentada.